Me quedé quieto,
observando con esperanza por si despertabas;
mientras cubría de caricias tu rostro que ya no miraba.
Al principio,
todos los Domingos,
te contaba historias y jugaba con Kmilo;
al pasar los días me fui callando,
y se iba oscureciendo mí mañana.
al comienzo apenas podía visitarte.
Me duelen todos los huesos;
es que son ya muchos años,
pesando en mi agotado cuerpo.
Solo me quedé con los recuerdos ya deslucidos por mis años,
la soledad se detuvo en el tiempo,
y los momentos que pasamos.
Escúchame bien,
querido amor,
ya con 34 años muy cansados,
se que queda poco para ésta soledad;
ya que hoy estas junto a mi por siempre y para siempre.